Mis flores alumbraban todo
a mí alrededor para que no temiera a la oscuridad.
Sonreí.
Mis flores susurraron cosas
alegres para mí.
Yo reí.
Mis flores aromatizaron
este aire contaminado que nos rodeaba.
Les agradecí.
Entonces mis flores
advirtieron sobre un hombre que caminaba hacia donde nos encontrábamos y me
preguntaron como siempre si lo dejaba entrar a nuestro valle privado. Mi
respuesta comúnmente era una negativa, por tanto mis flores susurraron y en
ellas decían que este hombre venía a morir.
Llore.
En la lejanía distingo al
hombre de cabellos negros y ojos opacados carmesí y casi moribundo, camino
ladeándose de un lado hacia otro apenas sosteniéndose en sus propios pies, su
larga figura y ensangrentada ropa me quito el aliento. No parecía verme en
absoluto el solo venía a morir y no era capaz de verme.
Mis lágrimas eran como un roció
sobre mis flores, brillando incandescentes y escarchadas.
A unos metros de distancia
sus rodillas se doblegaron cayendo entre mis amadas flores, pero mucho antes
que lograra aplastarlas las hago aun lado dejando que su cuerpo sintiera el
frio suelo.
-¿quieres morir?- le
pregunte mientras caminaba.
-No.
-Entonces ¿Por qué caes?-le
pregunto mientras me quitaba mis lágrimas de mis mejillas.
-Mi cuerpo ya no puede más.
-Pero vienes a morir sobre
mis amadas flores.- aclaro.
-Lo siento- se disculpa
sinceramente.
Me conmuevo.
No siguió hablando, por lo
que asumí que habría muerto.
Me acerco lentamente y me arrodillo a su lado mirando
su cuerpo sucio y pálido. Su rostro se encontraba oculto entre su cabello
revuelto de color negro, su enorme figura embellecía el cielo oscuro que nos
rodeaba así como traía un nuevo alumbramiento en mi pequeño y sobre cogedor
hogar. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había visto a una
criatura que no viniera a intentar matarme o hacer cosas atentar contra mis
flores. Entusiasmada y absorta me arrodillo a su lado y extendiendo mi mano
logro acariciar su mejilla… era alucinante. Maravillada por la forma en que su
rostro se movía ante mi contacto sostengo con cuidado su cabeza y levantándolo y
lo sitúo sobre mi regazo.
Las flores comienzan a
susurra mis anhelos, entendiendo por completo sentimientos y luego suelto su
polen brilloso de luz obligándolas a dar de su energía ilimitada. Elevo su
polen con mis manos extendidas al cielo y como granos de arenas se dispersan rodeándonos,
manteniéndolo de ese modo coloco mis dedos dentro de la boca de la criatura y entonces cuando mi cometido fue logrado
filtre el polen entre mis manos dejándolo entrar por su boca como una ráfaga
furiosa introduciéndose sin permiso y obligándolo a consumirla. Sus ojos se
abren rápidamente mirándome con alerta, pero niego con la cabeza pidiéndole que
no se moviera y entonces cuando se resistió a no vomitarla el polen en el aire
ya había entrado por completo en su sistema y mis flores a mi alrededor se
marchitaron lentamente.
-¿Eres Redien?-pregunta
sorprendido sin moverse.
-Lo soy.- sonrió sin alegría
ante la pena de mis flores.
-¿Me has dado la vida?
Asiento.
La criatura se levanta
lentamente asombrándose por el deterioro de mis flores negras y el olor nauseabundo
que emitían en su muerte.
-¿A cambio de tus flores?
-Si- asentí lentamente.
-No lo merezco.
Me levanto con dificultad y
miro mis flores con tristeza y mi dolor no levantaban a mis flores.
Solo había unas cuantas
posibilidades para resucitar a mis flores y una de ellas era mi propia energía,
pero si entregaba mis energías quedaría expuesta a demonios que desean mi
poder, eso significaría que mis flores igualmente morirían.
-No llores- me pide.
Estaba llorando y no era
suficiente.
-No puedo darles mi
energía- dije llorando.
-¿Por qué?-pregunta
preocupado acercándose.
-Si lo hago quedare
expuesta y quién sabe si sobrevivo unos minutos en manos de demonios.- le
explico.
-Puedo protegerte.-
promete.
Lo miro impactada y
asustada del efecto que lograba en mi sus palabras.
-¿Cómo puedo confiar en
ti?- le pregunto señalando la sangre en sus ropas.- es obvio que vienes de una
batalla.
-La verdad- dijo dándome media sonrisa mientras que sus ojos se volvían tristes- me deje
vencer.
-¿Por qué?
-quería desaparecer.-
confiesa encogiéndose.
Oh, eso lo hacía peor.
Llore mucho más y solloce entre mis manos contra mi rostro ocultando mi pena.
-Pero ahora soy otro y te
juro por mi cuerpo que no dejare que nadie te haga daño.
Lo miro de reojo y su
confianza en su promesa me desarmo.
Levanto mis manos y hago
círculos en el cielo dejando fluir mis energías de un color dorado brillante expandiéndose
y las despido sobre mis flores que lentamente retoman su color y forma viva. El
calor de mi cuerpo fluía, descargando todas mis energías sobre mis flores
avivando su encanto y brillo. Debilitada estaba a punto de caer, pero la
criatura logra sostenerme a sujetándome de los hombros con sus grandes manos
que empequeñecían mi cuerpo.
-Seré tuyo por la
eternidad.- dijo con una penetrante mirada oscura.
Mis días ya no serían en
soledad y mis flores cantaron aquella canción inaudible para los demás. Sonreí.