sábado, 27 de septiembre de 2014

Cap. 1 Desafortunada

CONEXIONES



Tuve la necesidad de salir corriendo.
Pero no lo hice.
Tuve una fuerte visión sobre mi misma sonriéndole a un hombre desconocido pero demasiado interesante para no decir que era horriblemente sexy, guapo, hermoso, perfecto. Aunque tal vez solo es un sueño…
Yo quería conocer el amor.
Pero los días pasaban y mi mejor amiga Raquel, como siempre me quitaba a todo hombre que ponía los ojos en mí, de alguna manera ella tenía la clara idea de no querer ser vista por ellos.
Raquel era más alta que yo y de una piel hermosamente dorada de cabello castaño claro y nariz respingada con grandes ojos verdes. Raquel siempre vestía con microscópica faldas, tacones altos y siempre llevaba su cabello castaño suelto el cual llegaba hasta sus voluptuosos pechos.
 Como si fuera la reina de la amazonia
En cambio yo era pequeña delgada y sin forma. Mi pecho era terriblemente plano y mi piel muy blanca, lo cual hacia que mi cabello negro se viera como una cortina, un muro en el cual nadie podía ver mi rostro. Aunque no había nada que se fijara en mí. Mis ojos eran de color grises casi blancos y mi boca siempre tenía un tono azul a causa de la anemia, puesto que todos pensaban que yo era un fantasma que seguía a Raquel.
Nunca me molestaba el hecho de ser un espectro para ellos, pero lo que no podía soportar era que me llamaran niña o que algunas veces de verdad creían en ello y me sacaban de clases porque pensaban que solo era la hermanita pequeña de alguien.  En esos momentos Raquel sale a mi rescate y comienza a insultar con palabrotas a todos lo que me insultaron.
Lo que la hacía irresistiblemente salvaje para los demás.
Una de mis noches de sueño extremo, volví a verlo a través de mis ojos...el espacio que se encontraba a su alrededor siempre era difuso, nunca lograba de darme alguna idea, pero tan pronto como él se adentraba al espacio difuso como un ángel dorado capaz de romper el espacio y tiempo, mi yo lo miraba embobada,  semejante a ver un diamante. Me molestaba ser consiente de mis debilidades ante un chico apuesto, pero tampoco entendía que veía de esa chica de cabello voluminoso, que lograba ocultar la mayor parte de su rostro.
-Te vez hermosa- dijo con una sonrisa pícara.
-tu eres hermoso- dijo mi yo, con una gran sonrisa
Me dio un escalofrió de muerte cuando el tomo mis manos y las beso con delicadeza, al principio no tenía sentido su expresión destrozada en la que él me veía, pero cuando sus manos dejaron ver mis nudillos, pude darme cuenta de las heridas en mi piel. Como si de verdad sintiera su dolor mis nudillos sanos me ardieron pero cuando el beso de nuevo mis nudillo todo dolor fue apartado por el placer.
De inmediato me alejo como si pudiera huir de esa visión, pero por suerte así fue. Mis ojos se dilataron mientras que veía el techo de mi cuarto con mi ceño fruncido.
El verlo me hacía sentir miedo y preocupación.
No logre dormir, en clases parecía encontrar el sueño anhelado cuando el maestro Olano comienza la clase se detiene abruptamente entre Floyd y La escasa profundidad de nuestros subconscientes juveniles, cuando la puerta se abre y todos miramos hacia la entrada automáticamente.
Lo primero que vi, fueron sus botas militares y luego sus jeans rasgados...muy punk pensé. Y más tarde su camisa negra abierta con una camiseta debajo del mismo color y luego su rostro...entonces todo se oscureció.
Desperté en la enfermería con mi cabeza fuertemente sostenida por alguna cosa extraña en mi cuello que no me dejaba moverme con comodidad. Mire asustada a  la enfermera Cordelia quien se encontraba cómodamente a mi lado leyendo una estúpida novela para mayores. Ella tenía un extraño interés sexual por las novelas de alto riesgo carnal.
-Oh mi querida masoquista.- dijo cuándo sus ojos se posaron en mi.- Estaba segura que nunca despertarías.- sonrió de oreja a oreja cuando intente levantarme.- Te tengo amordazada.- sonrió.
Fruncí el ceño solo me encontraba inmovilizada por el cuello, pero el temor de ser una de sus víctimas me puso en alerta.
Comencé a levantarme a medias porque no era capaz de agachar mi rostro para poder ver mejor lo que hacía, entonces descubrí que lo que tenía en mi cuello era un cuello… ¿ortopédico?
-¿por qué?- pregunte mirándola.
-Te diste un buen porrazo en tu asiento -dijo demasiado divertida con imaginarlo- ¿no lo recuerdas?
Entonces todo vino a mi mente.
El chico vestido como punk.
Mi inestable ritmo cardíaco.
Y las puertas de una imaginación abierta.
Si eso debe ser, quizás solo fue mi imaginación y esto de verdad no estaba pasando. El chico más sexy del mundo no atravesó el salón. La explicación de mi desmayo solo fue sugestión, aún estaba alterada por lo de anoche y la falta de sueño me habían hecho una mala jugada.
Me quería reír ante mi estupidez.
-¿Puedo sacarme esto?- pregunte mientras señalaba mi cuello ortopédico.
-No lo sé.- dijo deductiva mientras me daba una mirada no muy convencida.- Pero estas hablando conmigo, como siempre y no creo que te hayas quebrado el cuello.- trague fuerte asustada a causa de su repentina seriedad.- solo bromeaba- rio.- Te lo puse para divertirme.- Se burló soltando una excesiva risotada.
Intente estar enojada con ella, pero no pude así que también me reí.
La enfermera Cordelia era una solterona de treinta años que disfrutaba al contarle a una adolecente como yo todos sus romances fallidos y sus deseos sádicos. Ante los ojos de los demás ella era una Enfermera humilde y de buen corazón, pero bajo ese pardee ojos azules, existía una maniática del sexo. Cordelia era la adulta más rebelde que había conocido en toda mi vida. Nunca pensé que luego de mi inestable estado terminaría lloriqueando en brazos de una supuesta humilde Enfermera, pero cuando apretó mi nalga de forma desprevenida, me aleje de ella mirándola como si no la conociera. Fue entonces cuando ella me revelo su máscara perfectamente adherida al cinismo.
Cordelia era un poco más alta que Raquel, lo que las diferenciaba era que Raquel era una mujer de piel bronceada y Cordelia era rubia de piel de porcelana y una figura que cualquiera mataría por tener.
Solo Pilates y mucha comida sana.
Dijo un día revelándome sus más íntimos secretos, pero lo que pensé que sería algo solo superficial termino en horribles testimonios de su vida sexual, algo de lo que mis oídos y yo no estábamos lo suficientemente preparados, pero al final me acostumbre y ambas terminamos siendo muy amigas en secreto.
-han pasado tres horas.- dijo mientras miraba su reloj de mano.- quizás deberías correr a tu próxima clase.
Cuando estaba dispuesta a irme olvide por completo que llevaba el estúpido cuello ortopédico. Me di vuelta y le puse mala cara, ella solo se carcajeo y dejo su libro a un lado para acercarse a mí.
-Date vuelta.- pidió.
Como siempre en este punto, yo simplemente dudaba. Habían días en que creía que terminaría recibiendo latigazos o algún extraño artefacto sobre mi trasero y no era porque me estaba volviendo horriblemente paranoica. Cordelia no dejaba de atormentarme con sus estúpidas enseñanzas sobre el sexo y había días en los que me descuidaba y terminaba siendo amordazada solo para burlarse de mí.
Me di vuelta, mientras ella sacaba el cuello ortopédico y entonces una vez liberada siento dos manos sobre mi pecho.
Di un grito ahogado asustada. Pero seguía sosteniéndome.
Estúpida maniaca.
-Te crecieron.- dijo con voz sorprendida.- Por dios,- casi grita exaltándome.- estas volviéndote una mujer.- rio.- Y frente a mis ojos.- me soltó y me dio una rápida vuelta para quedar frente a ella.- Mi querida niña se está convirtiendo en una mujer.- casi lloro.
-oh, no llores.- pedí asustada.- solo son pechos y no creo que estén nada grandes.- dije mientras me daba una exhaustiva mirada.- de verdad, yo no veo nada allí solo una tabla.
-No, no pequeña no te insultes, las mujeres somos bellas y diferentes porque los chicos aman a las especiales y diferentes, aquellas que brillan con solo su propia luz.
Enmudecí ante sus reconfortantes palabras y entonces de verdad me preocupaba que mi pecho por fin creciera, pero esto sería tan obvio de ver porque siempre fui tabla y nunca tuve nada de pechos.
-tranquila, tranquila.- dijo Cordelia con una sonrisa amigable.- yo solo lo note cuando te toque, nadie te notara con ese gran chaleco negro tuyo.
Sentí el alivia invadirme por todo el cuerpo. Ella siempre sabía cómo reconfortarme.
-Espero que Marcos vea tu preciosa alma.- dije riendo antes de salir de la enfermería.
Marcos Julián Silva fue el amor de la vida de la enfermera Cordelia. Aunque ella siempre lo niega cada vez que hablaba sobre él,  sus ojos brillaban con una intensidad propia de una enamorada.
Marcos y Cordelia se habían conocido en el instituto. Según Cordelia Marcos fue quien se acercó a ella y la conquisto, pero cuando descubrió que su conquista era parte de un pacto entre amigos, Cordelia hecho humos y se fue a vivir a estados unidos por un tiempo muy largo. Cuando se volvieron a ver fue en su primer día de universidad, Cordelia salía de clases para juntarse con sus amigos entre ellos estaba Marco, también estaba coincidentemente en primer año y en la escuela de salud. Cordelia me dijo que ambos no soportaban verse, pero a medida que esa ira crecía, también lo hacia sus corazones y un día sin que pudieran evitarlo los dos terminan en la cama de Cordelia, (aún recuerdo la risotada de Cordelia al ver mi sorpresa) Cordelia no recordaba mucho de cómo llegaron hasta ese punto, solo recuerda que era algo que no se podía detener y que la ansiedad y la urgencia los domino por completo transformándolos en fieras. Y así fue durante tres años donde ambos discutían frente a sus amigos y por las noches eran feroces amantes, pero un día vio a Marcos con otra chica y Cordelia se cerró por completo. A pesar de los intentos de Marcos por volver. Cordelia ya había cambiado, incluso de imagen…ya no era la chica recatada y exasperante que todos conocían, ahora era una Cordelia rebelde que hacia lo que quería. Cordelia estudiaba enfermería así que termino antes que Marcos quien estudiaba medicina. Cordelia se volvió a ir con el corazón roto en llanto y pasaron cinco años luego de ese incidente cuando volvieron a verse por casualidad en el extranjero. Fue una de las razones porque Cordelia había vuelto.
Un día Cordelia me invito a comer un helado al centro de la ciudad mientras hablábamos de las rarezas de la vida cuando un hombre alto y vigoroso…jodidamente sexy. Era un hombre de cabello negro peinado elegantemente hacia atrás, sus ojos verdes se posaron en mí y luego en Cordelia quien hacia una mueca de desagrado, me llevo mucho no darme cuenta de quien se trataba.
-Ven.- dice Cordelia llevándome de la mano hacia otro lado.
-¡Espera!-grito Marco detrás de nosotras.- Cordelia, por favor…-suplico.
Cordelia hizo oídos sordos e incluso se mordió los labios sin dejar de caminar sin rumbo fijo.
-Ese cretino nunca podrá dejarme vivir, hasta matar mi corazón.- gruño.- hay hombre bueno y otros malo, pero están los que dañan.- dice y me da una mirada.- Algún día conocerás a uno de ellos, y no podrás evitar que te roben el corazón.- luego toma un largo respiro y suspira.- dependerá de ti saber si lo dejas amarte, odiarte o dañarte.
Nunca comprendía mucho de lo que decía, pero de alguna manera ella me transmitía esa incertidumbre y temor del cual no estaba muy entusiasmada de experimentar.
-Oh, Megan.- dice la voz de Raquel desde el pasillo.
La mire sin entender su reacción y luego veo a alguien a su lado. Primero fueron su botas militares, luego sus jeans rasgados y termine con su camisa un poco abierta sobre su clavícula expuesta y entonces…
- Él es Liam Hansen.-dice Raquel presentándonos.- y ella es Megan… ¿Megan estas bien?-pregunta mientras se inclina para mirarme a los ojos.- cielo santo ¡estas pálida!- casi grita.
-Oh,-logre decir sacudiendo mi cabeza para despejarme-  sí estoy perfectamente.- dije sonriendo mientras pasaba por su lado ignorando la preocupación del niño bonito cuando pase por su lado.
-Oye, Megan- me llamo Raquel.- por aquí es la clase…y ¿Por qué eres tan descortés?

La ignore y seguí mi camino hacia ningún lugar porque de repente de lo único que fui consiente era el piso frio contra mi mejilla, y los extraños gritos fingidos de Raquel.


Escrito: Miss dreams (Dueña del blog)
Espero sus comentarios y opiniones, es la primera vez que escribo algo propio y personal. 
El principio de Megan y Liam.

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