sábado, 27 de septiembre de 2014

Cap. 2 Reacción precipitada.



-Lo siento.- dije encogiéndome de hombros.
Cordelia tomo barios sorbos de café mientras se daba vueltas y vueltas por su estación de trabajo, varias veces me daba una mirada de desaprobación, estaba muy segura que yo escondía algo, pero comenzaba a estar más preocupada por el chichón en mi cabeza a causa de mi estúpido desmayo.
-¿Estas tomando tus pastillas?-pregunta deteniéndose para mirarme.
-Sí.
-quizás deberíamos hacerte algunos exámenes de sangre.- murmuro para ella.- debe haber algo que este fallando y no me llames exagerada –dice exasperada- porque sabes que tu anemia no es nada buena y no estas produciendo ninguna mejoría y tus labios están muy azules o quizás es tu color natural aunque eso es científicamente erróneo, porque nuestros labios deben ser rosado no de ese terrorífico color.- señala mi boca.- Estoy a punto de sufrir un colapso nervioso por tu culpa niñita.
Entre más vueltas se daba por la habitación, más nerviosa me ponía y por sobre todo el tema de las agujas en mi piel. Nunca fui exactamente valiente, jamás me permitía que los doctores dieran rienda suelta con sus pruebas o alguna forma de curarme a través de agujas, solo que el único problema era que yo nunca podía decidir, porque aún era menor de edad, entonces de alguna forma terminaba a sujetada por médicos y enfermeros o amarrada en una camilla. Ellos decían que era por mi bien yo decía que la tortura era penalizada. Claro que esto no quedaba en secreto, porque mama era muy buena relatándole a todos mi familiares lo cobarde y exagerada en los hospitales. La vergüenza pública siempre se recordaba como uno de los temas sacados en festividades aburridas y yo era su plato fuerte.
-Si lo deseas ahora mismo te hago unas cuantas pruebas.- dice como si nada sabiendo de mis temores.- Sabes que tu madre se enterara y será mucho peor.
Estaba de acuerdo con ella, pero no hoy.
-Cordy, no hoy.- le rogué utilizando todo mi poder de persuasión llena de ternura en mis ojos.- Si me sacas sangre hoy de seguro terminare inconsciente y latiguda por horas.- eso era cierto.- por favor, por favor…-rogué entrecruzando mis manos sobre mi pecho mientras daba pequeños salto sobre la camilla.
Cordelia estrecho sus ojos con sospecha, pero luego suspira rindiéndose.
-Pero será maña.- me advierte.- ahora dime.- pidió mientras se acomodaba a mi lado.- ¿Qué está sucediendo?
¿Sucediendo? Nada, puesto que todo se ha ido patas para arriba y ahora estoy casi en la histeria misma, pero que importa eso cuando el chico más caliente de este jodido mundo acababa de pisar nuestro instituto.
Pero no podía decirle eso, claro ella se reiría por horas.
-¿Qué pasaría si un día te encuentras con una de tus pesadillas?
Cordelia arqueo una ceja y dijo -¿enserio? –había una sonrisa burlesca en su boca.
-Muy enserio.- dije mientras ella intentaba no reírse.
Cordelia reprimió una sonrisa e intento ponerse seria, algo que siempre hacia era que en cuanto se concentraba en algo sacaba de su bolsillo un cigarrillo y se lo colocaba en sus labios.
-Sabes muy bien que no puedes fumar en la enfermería.- le advierto con una sonrisa sínica.
-Oh, querida solo somos tú y yo.- dijo riendo y lo sostuvo con sus dos dedos.- además es solo por un momento de gustito. –saco su encendedor y lo encendió de manera teatral mientras que me miraba. –Y antes de que me cuentes sobre tus sueños hechos realidad, porque no hablamos del chico súper caliente que está en tu misma clase.
Me horrorice y ella dejo su cigarro aun lado.
Maldito sea el destino.
-Oh, no me digas…-dice sorprendida e instantáneamente volvió su sonrisa.
-Si.- afirme tragando fuertemente.- el mismo, Cordelia.- mi voz era fúnebre.- No se cómo comenzar, pero te lo diré.- tomo una bocaza de aire.- he soñado con ese chico muchas veces y ambos estamos muy romanticones.
Volvió a colocar el cigarro en su boca humeando la pequeña sala y sin dejar de mirarme parecía que no me había escuchado ¿o acaso pensaba que me estaba volviendo loca?
-Mmm…yo tuve el mismo sueño… luego de haber conocido a Marcos.- dice como si nada con el cigarro en su boca.- ¿No lo habías visto antes?
-No.
-Y esa fue la razón de tus desmayos ¿verdad?
-Obviamente, fue como ver el diablo en persona- dije mientras gesticulaba con mis manos-  tu sabes lo que pienso sobre las demostraciones físicas y con el sueño y el chico en presente…bueno aun me dan cosquillas en mi estómago y todo se vuelve borroso, sin mencionar la falta de aire y la fuerte taquicardia…a lo mejor tengo mi anemia muy avanzada o tal vez he obtenido otra enfermedad.- supuse entre mi rápida habladuría.
Leucemia, lupus, cáncer…
Cordelia se congela por unos segundos y luego aparta su cigarrillo de su boca  para carcajearse como una loca sobre mí. Me molesto mucho su sentido del humor cuando le hablaba de algo tan serio como mi salud. Luego de seis minutos riéndose por fin deja de reírse pero a penas, porque todo su cuerpo vibraba por su risa contenida y sus ojos se encontraban llorosos por tanto reír.
-Oh, ¿De verdad crees que me tragare la historia de nunca lo has visto?- pregunta y yo asiento.- Vamos,-dice dándome un pequeño golpe con su codo-  posiblemente lo has visto en algún lugar pero no lo recuerdas.
-ahora que lo dices…-pensé.- quizás si lo he visto y solamente no lo recuerdo, pero… ¿Cómo es que sueño con el de esa forma?- me sonrojo avergonzada.
-Querida a tu edad es todo hormonas.- responde como si fuera evidente.- a tu edad conocí a Marcos y de verdad lo pase bien, tal vez lo tuyo es similar.
-¿A qué te refieres?-pregunto sin entender.
-Pequeña es obvio que estas loquita por el.- coloca su mano sobre mi cabello y lo sacude riendo.- pero no te asustes, es normal aquí todas las chicas están verdes por tener siquiera un roce con el.- rio.- quizás no lo creas, pero veo en ti una chica muy atractiva.
Si claro, como si de alguna forma yo fuera más atractiva que Raquel o le llegue a los pies. Eso sí que es imposible.
-Bueno, ahora mismo Raquel ya debió de haberlo mordido.- dije encogiéndome de hombros.-De todos modos solo es un sueño y yo solo exagero.- me encojo mas.- como siempre.- murmure.
Ahora estoy deprimida.
Cordelia apaga su cigarro sobre un cenicero y luego coloca su mano sobre mi hombro. Sus ojos me ven con una extraña mirada maternal y dice.
-Nunca dudes de tu belleza y no pienses que Raquel siempre tendrá a muchos hombre porque a pesar de que sea cierto ¿Alguna vez ellos se han quedado por más de dos días con ella?
-No.
-y sabes ¿Por qué?-pregunta y yo niego.-Porque ella es incapaz de sentirse satisfecha con un chico que solo le dice que es linda, es obvio que no le gustan los descerebrados y espera más que un desafío.- intento sonreír pero no lo logro.- Y lo que es peor, ellos no la ven como una relación para proyectar.
Pero no deja de ser atrayente.
-Bueno será mejor que me vaya- dije mientras me levantaba.- Ahora que lo pienso tú tienes una hija - ella arquea la ceja como si eso fuera obvio y entonces pregunto.- ¿Es de él?
¿Por qué nunca se me vino a la cabeza?
Nunca me lo hubiese creído hasta el momento que nos habíamos topado con Marcos mientras paseábamos. Había tanto de Anea en él. Sentí un poco de lastima a causa de Marcos, el aun no conocía lo maravillosa que era Anea.
-Sí y no.- sonríe.
Salgo de la enfermería apestando a cigarrillo, pero por suerte me había perdido todas las clases, lo que significaba que no me encontraría con él. Aun que estaba claro que nos habíamos conocido antes, igualmente me asustaba estamparme en el suelo, no quería que mis padres comenzaran a temer. Entre los pasillos comienzo acomodar mi flequillo sobre el feo chichón y luego veo a Raquel nuevamente, pero por suerte nadie se encontraba a su lado.
-¡Hola!-me grita de un lado a otro y ella sabe que me cargan los griteríos. Corre hasta donde me encontraba casi saltando y luego retrocede haciendo una mueca de desagrado.- oh, amiga deja de fumar.- dijo riendo.- Hoy Lucas nos ha invitado a una fiesta de bienvenida.-anuncio con una gran ímpetu.
-Pero mañana tenemos clases.- intervine.
-Oh, no seas aguafiestas.- Me reprende haciendo una mueca.- Estuviste la mayor parte del día durmiendo, ¿no crees que es hora que gastes calorías bailando y tomando?
Mire sus ojos saltones y el sudor en su frente, como si se hubiera esforzado por convencerme, lo extraño era que ella siempre iba con o sin mí a esos eventos con sus amistades raros.
-Ok, pero nada de presentaciones con chicos que no conozco solo para divertirte.- le amenazo apuntándole con el dedo.
Algo de lo que era buena Raquel, siempre sabía cómo enfadarme y emparejarme con cada chico que creía que era perfecto para mí. Lo malo es que cada uno de esos chicos paso por sus manos, en otras palabras me tiraba desperdicios.
-Bueno, entonces ¿vas  a ir así?,- señala mi ropa-  porque no tenemos tiempo.- advierte.- te esperare en mi auto.- se ríe antes de irse saltando.- Tengo que invitar a cincuenta más!- grita mientras se larga dejándome atrás.
Me mire en el reflejo y reprimí un quejido.
-Ya me lo temía.- dice una voz muy familiar a mi lado.- esa chica provocara tu perdición.
Me giro un poco y veo Cordelia parada a mi lado con su bata blanca y su falda ceñida que llegaba desde sus costillas hasta la mitad de sus muslos y dentro de ella una camisa blanca medio descotada revelando sus grandes pechos, con tacones altos.
Ella si sabía de estilo.
-Ven.- me dice mientras hace un gesto con su mentón.- creo que tengo algo de ropa en mi consulta.
Mi salvadora.
Bendita seas Cordelia.
Llegamos a su enfermería y ella busco por sus casilleros sacando varias prendas, muchas de ellas era extrañas y otras muy pervertidas, como trajes sexuales y cosas extrañas, látigos y esposas. Cordelia siempre llevo una extraña vida sexual.
-Aquí esta.- dijo en cuanto sacaba unas cuantas prendas mas.- Bien, mira esto.
Me acerco y en cuanto lo hago Cordelia se cierne sobre mí y termino prácticamente con ropa interior frente a ella.
-Oye ¿Qué haces?-pregunto asustada mientras me cubro con mis manos.
Cordelia no responde, por supuesto.  Saca una blusa blanca con solapas redondas de color negro y sin mangas, en la línea de los botones era de color negro y terminaba dividido en dos puntas. Me lo coloca rápidamente y luego saca unos pantalones cortos de color negros que me llegaban hasta un poco más abajo del inicio del muslo y en entonces termina enseñándome mi apariencia en el espejo gigante de la pared. Y realmente me veía muy bien. Sorprendida, alucinada. Por fin entendía lo que decía Cordelia y veía lo mismo que ella veía en mí. Me dieron ganas de llorar.
-con esas zapatillas negras, estas perfecta.- dice con una sonrisa de oreja a oreja.- y tus labios…tan carnosos y oscuros.  –dijo con una grata aprobación.
-Esto es perfecto.- logre decir emocionada.- Mira mi cabello.- señale.- jamás se había visto tan bien.- reí.
Salí de la enfermera agradecida de tener a alguien como Cordelia. Cuando llegue al auto pude sentirme orgullosa de como vestía al ver los ojos de Raquel casi salirse, parecía verse ligeramente molesta, pero supo ocultar su enfado dándome una de sus más dulces y fingidos comentarios.
-Te ves tan guapa.

Y eso no era exactamente la mejor definición. 




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