Mi cuerpo se debatió entre los
brazos de Garrett mientras rechinaban mis dientes y temblaba ante el rápido
estallido de realidad. Garrett me sujeto fuertemente manteniéndome sobre su
regazo dejando que mi rostro se ocultara en su pecho se sentía tenso, agitado.
-No quiero que vuelvas hacer eso-
le aviso Garrett a Natacha quitándome las palabras de la boca.
-No hay tiempo.-Replico ella con
igual tono áspero de voz.
Aún tenía mi rostro en el pecho
de Garrett y no me pareció estar lista para sacarlo de ahí, necesitaba volver
en todos mis sentidos y no ponerme a llorar, eso no era lo mío y me molestaba
más de lo necesario el público expectante por mis reacciones. Pero entonces
sentí como si mi sangre hirviera dentro de mí y me separe rápidamente de
Garrett acalorada sacando un cuaderno y lápiz de mi mochila algo que estaba
acostumbrada hacer involuntariamente.
En ningún momento quise ver lo
que estaba dibujado, porque sabía perfectamente lo horrible y real que vería en
aquel pedazo de papel. Mi cuerpo comenzó a enfriarse y solté el lápiz
alejándome de la escena quedándome a dos metros de distancia sentada en un
escalón pequeño cerca de algún salón abandonado. Volví a enterrar mi rostro en
mis rodillas y espere pacientemente que los minutos fueran más rápidos de ese
modo pondría a trabajar mi cerebro en cualquier cosa que el profesor nos
dictara de hacer y así no recordaría nada.
-Orcus.- susurra Natacha maravillada.
-No lo puedo creer- replica
Garrett con los dientes apretados.
-Bien, ahora sabemos que tenemos
un mapa.
-No te pases.- le aviso Garrett
con irritación.
-Sabes que no podemos evitarlo.
-Me da exactamente lo mismo.
Los deje de escuchar ignorando su
estúpida discusión y concentrándome en mis pies, la forma en que mis zapatos y
las calcetas largas combinaban.
Me fui sola a las clases
sentándome sin ningún compañero el cual me estuviera vigilando a la espera de
que digiera algo emocionante. Pero no pude dejar de preguntarme como Natacha
había logrado hacerme dormir sin que me diera cuenta y…
-Señorita Roset- me llama la
atención la profesora Lennox.- ¿Cuál es la respuesta a esta fórmula que acabo
de escribir en el pizarrón?- pregunta muy irritada casi al punto de la
exasperación.
Mire por unos segundos el gran
problema en el que me había metido y aquel ejercicio matemático tenía tantos
paréntesis y letras que los pocos números que veía no me daban ninguna ayuda.
-No tengo ni la menor idea-
confesé encogiéndome de hombros.
-Obviamente- dice con reproche.-
estando en la Luna quien podría sacarla fuera de ella.
Aquel insulto fue tan claro que
toda la clase comenzó a reír y pude ver a Nicole Valentino mirándome con desdén
y burla.
Mi primer día de clases y todo
había resultado mucho más traumante de lo esperado, esta noche me tocaría
llorar un buen rato para poder aliviar la presión que sentía en mi cabeza producto
de tanto estrés.
Cuando salimos de clases mire por
todos lados que no hubiese esa parejita de locos rondando a la espera de algo
descabellado que solo salen en mis sueños, por suerte no se encontraban y tome mi
bicicleta y me fui respirando el aire que azotaba mi rostro.
-¡Llegue Abuela!-Avise al tiempo
que estacionaba la bicicleta en la entrada.
-No es necesario gritar- me avisa
Natacha tapándose un oído con un dedo.
Me congelo.
Se encontraba en el marco de la
puerta casualmente recostada contra la pared.
-¿Qué haces aquí?- pregunto
asustada.
-Se te olvida que estuve todo el
día intentando persuadirte para que viniéramos a tu casa- me recuerda sin
avergonzarse.- Ahora tenemos mucho que hacer así que no pongas esa cara.
Sentí como si mis intestinos se retorcieran
en mi cuerpo, por los nervios.
-¿Cómo llegaste tan
rápido?-pregunte asustada.
Natacha me sonrió con malicia y
apunto hacia la entrada de la casa. Cerca de mi había un hermoso auto deportivo
de color… rojo brillante.
-Mi hermano tiene unos gustos muy
extravagantes- me explica mientras seguía babeando por el auto.- ¿Te quedaras
allí todo el día?- pregunta acercándose y
tomándome rápidamente del brazo para llevarme dentro de la casa.- Tu
abuela dijo que iría por unas compras y llegaría tarde.
Mal día.
-sabes podríamos ser grandes
amigas.- dijo con petulancia.- deberías sentirte honrada.
-Oh, me siento como si ganara la
lotería.- dije sin humor.
-Enserio mi hermano tiene razón.-
suelta una risita.- no te viene el sarcasmo.
Eso siempre lo dicen.
-Bueno y donde está el.- pregunto
mirando por dentro de nuestra pequeña casa.
-¡Aquí!- responde desde…
-Rayos- suelto y corro junto a
Natacha quien se negaba a soltarme hasta mi dormitorio.- ¿Qué haces aquí?-le
pregunto cruzándome de brazos.
-No puedo creer que duermas aquí-
dice sin responderme.
Se encontraba sentado sobre mi
desordenada cama mirando la pequeña ventana de la pared.
-eso no es asunto tuyo.- dije
irritada.
-Esto parece una cripta.- murmura
ignorándome por completo.
Natacha por su parte ya me había
soltado y quedando libre me fui directo a la cocina dejándola revisar mis
cosas. No me molestaba para nada, si ella quería algo estaba segura que lo
haría sin necesidad de preguntarme. Mire las ollas vacías y luego el refrigerador
igualmente vacío, esto no era normal en mi abuela, pero tal vez se debía a que
papa acababa de morir y aun no se actualizaba mentalmente por lo que diría que
estaría una buena temporada alimentándome con estupideces que había traído
desde mi casa.
Entre a mi dormitorio mirando a
Natacha revisar en mis maletas aun sin ordenar en los cajones, por mi parte
ella podría hacer lo que quisiera con ellos, pero tenía hambre y justamente
estaba sobre dentro de las maletas que tanto rebuscaba.
-Permiso- digo cuando me
arrodillo a su lado.
Bingo.
Encontré una sopa de fideos
instantánea y me levante victoriosa rumbo a la cocina.
-¿No me digas que eso es toda tu
comida?
Pongo los ojos en blanco y espero
que el agua hervida haga su efecto.
-Bien, no te lo diré- respondo
sonriendo para mí misma.
-Podría invitarte a comer en un
restaurante- soltó para mi sorpresa.
-Tengo hambre ahora y si salgo
moriré en el camino.
Garrett soltó un gruñido de
frustración, pero no dejo de mirarme desde la puerta de mi habitación.
-aunque ahora comprendo porque
eres tan pequeña y delgada.
¿Por qué no me dejaba en paz?
-Deberías ir a un nutricionista
estoy seguro de que sufres de anorexia.- continuo.
Me senté en la pequeña mesa
redonda de comedor y comencé a comer sin mirarlo, simplemente me dedique a
ignorarlo e incluso cuando se cansó de criticarme y salió en escena sentándose
justamente en la misma mesa de donde estaba sentada y frente a mi mirándome
atentamente.
-no me dejaras comer ¿verdad?- le
pregunto dejando de lado mi sopa de fideos para darle toda mi atención a esos bellísimos
rasgos no merecidos.
-No – admite con una sonrisa
coqueta.
Suspire y volví a retomar mi
comida de donde la deje, pero él me la quito de las mano para olisquearla y
hacer gestos de desagrado.
-Mayormente su comida es
horrible, pero esta creo que las supera a todas.- comenta devolviéndomela.
-Tu comida debe de ser de lujo.-dije
sin dejar de comer.
-La mejor por supuesto- responde
ignorando mi mal humor.
Tenía un extraño sentido del
humor del cual no comprendía con exactitud y estaba segura que jamás alcanzaría
a comprenderlo en su totalidad.
-Pareces mayor ¿Cuántos años tienes?-le
pregunto con curiosidad con mi boca repleta de fideos.
-diecinueve.- responde
automáticamente.
-¿Qué haces en la vida?-pregunte
sacando un tema de conversación.
Garrett suspiro no muy contento
por mi pregunta, descanso su espalda contra el respaldo, cruzándose de brazos tenía
esa clara mirada que decía “¿Es lo mejor que tienes?”.
-nada en particular.- responde -
y tu ¿Qué haces de la vida?
¿Yo?
¿Antes de convertirme en un
zombi?
-Nada en particular- respondo imitándolo.
Para mi sorpresa me regala una
hermosa sonrisa.
¿Sus labios siempre tuvieron esa
carnosidad? Espera, yo nunca me he preocupado por la boca de ningún chico…
tampoco ahora lo hare.
-¿Por qué viniste a este pueblo?
-Me obligaron- ratifique.
-¿Por qué?
-Mi padre murió- dije con
tristeza.
Sin embargo, no me había
percatado de que aquella realidad me había afectado hasta que su sonrisa se
marchito. Se suponía que no tenía tiempo para estar de luto o adolorida, pero
este chico trajo consigo… el dolor.
-Lo siento.- se disculpa con
sinceridad.- Y entonces… ¿Dónde está tu madre?-pregunta volviendo a las
preguntas.
-se marchó de casa un mes antes
de la muerte de mi padre.- ahora mi voz era furiosa, pero no tenía miedo en
ocultar mi odio hacia ella.
Bien, mi odio hacia mi propia
madre hacia que volviera a mitigar mis pensamientos dolorosos.
-No te gusta.
-La odio- le corrijo.
Aproveche su silencio y comencé a
comer muy rápido hasta dejar el envase vacío. Aun así, seguía hambrienta.
Él se queda pensando por un largo
rato, hasta que mis palabras hicieron algún efecto en él.
-¿No te sientes sola?
Mis ojos instantáneamente miraron
los suyos y fue exactamente como los de Natacha… me sentí dentro de un
caleidoscopio.
-No lo sé- admití mirando mis
manos para evitar dormirme.
Natacha, irrumpió nuestra extraña
conversación con un montón de hojas sobre las manos y las dejo sobre la mesa remeciéndola
a causa de su peso, me quede impactada al descubrir que mucho antes había visto
esa horripilante criatura y ahora estaba dibujada en mucho de mis dibujo en su
mayoría encadenado.
-¿Por qué tienen tanto interés en
esas flores?-les pregunte.
Natacha miro a Garrett y luego él
se encogió de hombros y me miro.
-hay una historia.
-¿Una historia?-pregunte emocionada.
Me encantaban las historias.
-Se dice que en el infierno
existe un campo oculto en medio de las bestias y seres que jamás te imaginarias,
existe un campo de flores más conocidas como Redien. Las criaturas y demonios están en una guerra constante por
aquella flor, hasta el punto de abandonar todo lo que amar solo para tener el
placer de mirarla.
-¿Por qué es tan importante?-le
pregunte interrumpiendo.
-Redien, no es una simple flor.-
señala con una sonrisa.- Lo es todo.
-No comprendo.
-Estas flores o más bien Redien,
que es única entre las demás- dice gesticulando con sus manos.- es capaz de
otorgarte el poder absoluto.
-Y sigo sin comprender.- me frustró.-
¿Para que querrían tener más poder?.
-El poder trae libertad y
responsabilidad-me explica con lentitud para que comprenda.- pero hay quienes la
desean para hacer su voluntad contra los demás.
-Y tu ¿para que la quieres?-
pregunto de inmediato.
-Para hacer mi voluntad.-
responde sin inmutarse.
-eso es codicioso.- digo haciendo
una mueca de desagrado.
Garrett arquea las cejas y se ríe
a carcajadas.
-es solo una historia.
-Bien, de todos modos no la
encontraras.
-¿Por qué no?-pregunta Natacha con
preocupación.
- Al parecer tiene un guardián.-
señalo al tipo grandulón del dibujo.
-estoy de acuerdo.- dice Garrett asintiendo
de forma solemne.- tenemos que deshacernos de él.
-Pero tengo una duda.- dice
Natacha.- se supone que es impenetrable y nadie en el mundo ha logrado llegar
hasta ella, se suponía que era una historia pero nos dejamos llevar por los
rumores que estaría en la tierra y ahora sabemos que efectivamente seguía en el
infierno.
-las vueltas de la vida.- dice
Garrett con humor.
-No he terminado- lo reprende
Natacha frunciendo el ceño.- No te das cuenta que nadie ha visto o acercado a
estas flores y ahora nos encontramos con una niña que por cierto es muy humana
para haber tocado el suelo maldito de donde vinimos y asegura e incluso nos da
prueba de lo cerca que ha estado de estas flores.
Toda mi cabeza daba vueltas a
causa de Natacha, su palabrería era mucho peor que un libro de historia y mi
jaqueca comenzaba a molestarme.
Garrett suspira y coloca los
codos en medio de la mesa para quedar con sus brazos extendidos, de modo que
sus manos tocaran la zona afectada de mi cabeza, comenzó a dar pequeños
movimientos circulados de mi cabeza relajándome por completo. Mis ojos se
cerraron lentamente y me deje ser feliz por unos eternos segundos.
-Podemos hablar de esto en casa-
susurra Garrett con su usual irritación, muy sexy.
-Está bien, Romeo.-Le aseguro
Natacha.
No escuche más los alaridos de
Natacha, pero sabía que se encontraba cerca examinando mis dibujos uno por uno.
Podía escuchar las hojas moverse.
-¿ya no te duele?-pregunta
Garrett.
-No-respondo suspirando al retírame
de sus manos.- Solo necesito dormir.
Natacha y Garrett, se fueron
llevándose todos mis dibujos abarrotados codiciosamente en sus brazos. Si la
idea no fuera tan absurda creería que cualquier señal de afecto hacia mí solo
era una táctica para quitarme mis papeles.
Mi abuela llego muy tarde y casi
no me hablo por lo que me dispuse a encerrarme en mi dormitorio y dormir aunque
sea por unos minutos. El sueño amortiguo mis pensamientos y los extraños deseos
que sentía por el afecto casual de
Garrett…
Tenemos que esconderte.
No tenemos tiempo… ahora no podemos.
Había pasado tanto tiempo desde
la última vez que escuche voces en mi cabeza, que esta noche mientras acomodaba
mi rostro sobre la almohada termine cayéndome espantada contra el suelo, pero entonces
cuando intente levantarme me quede atónita mirando unos ojos negros desde mi
ventana escudriñándome por completo.
-¿Quién eres?-logro preguntar con
voz temblorosa.
El hombre no se retira de la
ventana y su cabello negro se movía con el viento ocultando la mayor parte de
su rostro.
Sentí como si mi cuerpo se
adormeciera, entonces todos mis miedos se retiran dejándome con mi cuerpo
endeble y sin energía.
La mañana siguiente desperté cómoda
en mi cama. Lo de esta noche el pervertido en mi ventana, solo habían sido mis
locos pensamientos y las absurdas historias de Garrett y Natacha.
-¿Abuela?-La llame cuando la vi
paseándose por la casa con una escoba en sus manos a sujetándola fuertemente
hasta que sus nudillos palidecieron, pero no me contesto.-¿Se encuentra bien?-
pregunte preocupada al no moverse.
No contesto, sino que camino
hasta el jardín trasero donde se quedó un buen tiempo parada como estatua. Me
sentí impotente, fracasada al no saber qué hacer en estos casos.
-Mi padre no querría verla así.-
susurre.
Entonces mi abuela levanta el
rostro en reacción ante mis palabras y me lanza una mirada de odio, un odio que
correspondería algún responsable.
Yo lo era.
No podía no culparla. Falle como
hija.
Llegue a clase desanimada y sin
energías. Me encontré con Natacha intentando sacarme información de cada imagen
que escaneo en su IPad. Pero no tenía ánimos de responder así que solo respondí
en monosílabos, luego nos encontramos con Garrett quien para mi sorpresa se
encontraba coqueteando con otra chica, creo que si no fuera por mi estado de
animo me hubiese puesto un poco furiosa, después de todo ayer había demostrado
un cierto interés en mí, pero como siempre estaba equivocada.
A nadie le gustaba.
Nadie quería estar conmigo.
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