lunes, 29 de septiembre de 2014

CAPITULO 2- FLORES



Mi cuerpo se debatió entre los brazos de Garrett mientras rechinaban mis dientes y temblaba ante el rápido estallido de realidad. Garrett me sujeto fuertemente manteniéndome sobre su regazo dejando que mi rostro se ocultara en su pecho se sentía tenso, agitado.
-No quiero que vuelvas hacer eso- le aviso Garrett a Natacha quitándome las palabras de la boca.
-No hay tiempo.-Replico ella con igual tono áspero de voz.
Aún tenía mi rostro en el pecho de Garrett y no me pareció estar lista para sacarlo de ahí, necesitaba volver en todos mis sentidos y no ponerme a llorar, eso no era lo mío y me molestaba más de lo necesario el público expectante por mis reacciones. Pero entonces sentí como si mi sangre hirviera dentro de mí y me separe rápidamente de Garrett acalorada sacando un cuaderno y lápiz de mi mochila algo que estaba acostumbrada hacer involuntariamente.
En ningún momento quise ver lo que estaba dibujado, porque sabía perfectamente lo horrible y real que vería en aquel pedazo de papel. Mi cuerpo comenzó a enfriarse y solté el lápiz alejándome de la escena quedándome a dos metros de distancia sentada en un escalón pequeño cerca de algún salón abandonado. Volví a enterrar mi rostro en mis rodillas y espere pacientemente que los minutos fueran más rápidos de ese modo pondría a trabajar mi cerebro en cualquier cosa que el profesor nos dictara de hacer y así no recordaría nada.
-Orcus.- susurra Natacha maravillada.
-No lo puedo creer- replica Garrett con los dientes apretados.
-Bien, ahora sabemos que tenemos un mapa.
-No te pases.- le aviso Garrett con irritación.
-Sabes que no podemos evitarlo.
-Me da exactamente lo mismo.
Los deje de escuchar ignorando su estúpida discusión y concentrándome en mis pies, la forma en que mis zapatos y las calcetas largas combinaban.
Me fui sola a las clases sentándome sin ningún compañero el cual me estuviera vigilando a la espera de que digiera algo emocionante. Pero no pude dejar de preguntarme como Natacha había logrado hacerme dormir sin que me diera cuenta y…
-Señorita Roset- me llama la atención la profesora Lennox.- ¿Cuál es la respuesta a esta fórmula que acabo de escribir en el pizarrón?- pregunta muy irritada casi al punto de la exasperación.
Mire por unos segundos el gran problema en el que me había metido y aquel ejercicio matemático tenía tantos paréntesis y letras que los pocos números que veía no me daban ninguna ayuda.
-No tengo ni la menor idea- confesé encogiéndome de hombros.
-Obviamente- dice con reproche.- estando en la Luna quien podría sacarla fuera de ella.
Aquel insulto fue tan claro que toda la clase comenzó a reír y pude ver a Nicole Valentino mirándome con desdén y burla.
Mi primer día de clases y todo había resultado mucho más traumante de lo esperado, esta noche me tocaría llorar un buen rato para poder aliviar la presión que sentía en mi cabeza producto de tanto estrés.
Cuando salimos de clases mire por todos lados que no hubiese esa parejita de locos rondando a la espera de algo descabellado que solo salen en mis sueños,  por suerte no se encontraban y tome mi bicicleta y me fui respirando el aire que azotaba mi rostro.
-¡Llegue Abuela!-Avise al tiempo que estacionaba la bicicleta en la entrada.
-No es necesario gritar- me avisa Natacha tapándose un oído con un dedo.
Me congelo.
Se encontraba en el marco de la puerta casualmente recostada contra la pared.
-¿Qué haces aquí?- pregunto asustada.
-Se te olvida que estuve todo el día intentando persuadirte para que viniéramos a tu casa- me recuerda sin avergonzarse.- Ahora tenemos mucho que hacer así que no pongas esa cara.
Sentí como si mis intestinos se retorcieran en mi cuerpo, por los nervios.
-¿Cómo llegaste tan rápido?-pregunte asustada.
Natacha me sonrió con malicia y apunto hacia la entrada de la casa. Cerca de mi había un hermoso auto deportivo de color… rojo brillante.
-Mi hermano tiene unos gustos muy extravagantes- me explica mientras seguía babeando por el auto.- ¿Te quedaras allí todo el día?- pregunta acercándose y  tomándome rápidamente del brazo para llevarme dentro de la casa.- Tu abuela dijo que iría por unas compras y llegaría tarde.
Mal día.
-sabes podríamos ser grandes amigas.- dijo con petulancia.- deberías sentirte honrada.
-Oh, me siento como si ganara la lotería.- dije sin humor.
-Enserio mi hermano tiene razón.- suelta una risita.- no te viene el sarcasmo.
Eso siempre lo dicen.
-Bueno y donde está el.- pregunto mirando por dentro de nuestra pequeña casa.
-¡Aquí!- responde desde…
-Rayos- suelto y corro junto a Natacha quien se negaba a soltarme hasta mi dormitorio.- ¿Qué haces aquí?-le pregunto cruzándome de brazos.
-No puedo creer que duermas aquí- dice sin responderme.
Se encontraba sentado sobre mi desordenada cama mirando la pequeña ventana de la pared.
-eso no es asunto tuyo.- dije irritada.
-Esto parece una cripta.- murmura ignorándome por completo.
Natacha por su parte ya me había soltado y quedando libre me fui directo a la cocina dejándola revisar mis cosas. No me molestaba para nada, si ella quería algo estaba segura que lo haría sin necesidad de preguntarme. Mire las ollas vacías y luego el refrigerador igualmente vacío, esto no era normal en mi abuela, pero tal vez se debía a que papa acababa de morir y aun no se actualizaba mentalmente por lo que diría que estaría una buena temporada alimentándome con estupideces que había traído desde mi casa.
Entre a mi dormitorio mirando a Natacha revisar en mis maletas aun sin ordenar en los cajones, por mi parte ella podría hacer lo que quisiera con ellos, pero tenía hambre y justamente estaba sobre dentro de las maletas que tanto rebuscaba.
-Permiso- digo cuando me arrodillo a su lado.
Bingo.
Encontré una sopa de fideos instantánea y me levante victoriosa rumbo a la cocina.
-¿No me digas que eso es toda tu comida?
Pongo los ojos en blanco y espero que el agua hervida haga su efecto.
-Bien, no te lo diré- respondo sonriendo para mí misma.
-Podría invitarte a comer en un restaurante- soltó para mi sorpresa.
-Tengo hambre ahora y si salgo moriré en el camino.
Garrett soltó un gruñido de frustración, pero no dejo de mirarme desde la puerta de mi habitación.
-aunque ahora comprendo porque eres tan pequeña y delgada.
¿Por qué no me dejaba en paz?
-Deberías ir a un nutricionista estoy seguro de que sufres de anorexia.- continuo.
Me senté en la pequeña mesa redonda de comedor y comencé a comer sin mirarlo, simplemente me dedique a ignorarlo e incluso cuando se cansó de criticarme y salió en escena sentándose justamente en la misma mesa de donde estaba sentada y frente a mi mirándome atentamente.
-no me dejaras comer ¿verdad?- le pregunto dejando de lado mi sopa de fideos para darle toda mi atención a esos bellísimos rasgos no merecidos.
-No – admite con una sonrisa coqueta.
Suspire y volví a retomar mi comida de donde la deje, pero él me la quito de las mano para olisquearla y hacer gestos de desagrado.
-Mayormente su comida es horrible, pero esta creo que las supera a todas.- comenta devolviéndomela.
-Tu comida debe de ser de lujo.-dije sin dejar de comer.
-La mejor por supuesto- responde ignorando mi mal humor.
Tenía un extraño sentido del humor del cual no comprendía con exactitud y estaba segura que jamás alcanzaría a comprenderlo en su totalidad.
-Pareces mayor ¿Cuántos años tienes?-le pregunto con curiosidad con mi boca repleta de fideos.
-diecinueve.- responde automáticamente.
-¿Qué haces en la vida?-pregunte sacando un tema de conversación.
Garrett suspiro no muy contento por mi pregunta, descanso su espalda contra el respaldo, cruzándose de brazos tenía esa clara mirada que decía “¿Es lo mejor que tienes?”.
-nada en particular.- responde - y tu ¿Qué haces de la vida?
¿Yo?
¿Antes de convertirme en un zombi?
-Nada en particular- respondo imitándolo.
Para mi sorpresa me regala una hermosa sonrisa.
¿Sus labios siempre tuvieron esa carnosidad? Espera, yo nunca me he preocupado por la boca de ningún chico… tampoco ahora lo hare.
-¿Por qué viniste a este pueblo?
-Me obligaron- ratifique.
-¿Por qué?
-Mi padre murió- dije con tristeza.
Sin embargo, no me había percatado de que aquella realidad me había afectado hasta que su sonrisa se marchito. Se suponía que no tenía tiempo para estar de luto o adolorida, pero este chico trajo consigo… el dolor.
-Lo siento.- se disculpa con sinceridad.- Y entonces… ¿Dónde está tu madre?-pregunta volviendo a las preguntas.
-se marchó de casa un mes antes de la muerte de mi padre.- ahora mi voz era furiosa, pero no tenía miedo en ocultar mi odio hacia ella.
Bien, mi odio hacia mi propia madre hacia que volviera a mitigar mis pensamientos dolorosos.
-No te gusta.
-La odio- le corrijo.
Aproveche su silencio y comencé a comer muy rápido hasta dejar el envase vacío. Aun así, seguía hambrienta.
Él se queda pensando por un largo rato, hasta que mis palabras hicieron algún efecto en él.
-¿No te sientes sola?
Mis ojos instantáneamente miraron los suyos y fue exactamente como los de Natacha… me sentí dentro de un caleidoscopio.
-No lo sé- admití mirando mis manos para evitar dormirme.
Natacha, irrumpió nuestra extraña conversación con un montón de hojas sobre las manos y las dejo sobre la mesa remeciéndola a causa de su peso, me quede impactada al descubrir que mucho antes había visto esa horripilante criatura y ahora estaba dibujada en mucho de mis dibujo en su mayoría encadenado.
-¿Por qué tienen tanto interés en esas flores?-les pregunte.
Natacha miro a Garrett y luego él se encogió de hombros y me miro.
-hay una historia.
-¿Una historia?-pregunte emocionada.
Me encantaban las historias.
-Se dice que en el infierno existe un campo oculto en medio de las bestias y seres que jamás te imaginarias, existe un campo de flores más conocidas como Redien. Las criaturas y demonios están en una guerra constante por aquella flor, hasta el punto de abandonar todo lo que amar solo para tener el placer de mirarla.
-¿Por qué es tan importante?-le pregunte interrumpiendo.
-Redien, no es una simple flor.- señala con una sonrisa.- Lo es todo.
-No comprendo.
-Estas flores o más bien Redien, que es única entre las demás- dice gesticulando con sus manos.- es capaz de otorgarte el poder absoluto.
-Y sigo sin comprender.- me frustró.- ¿Para que querrían tener más poder?.
-El poder trae libertad y responsabilidad-me explica con lentitud para que comprenda.- pero hay quienes la desean para hacer su voluntad contra los demás.
-Y tu ¿para que la quieres?- pregunto de inmediato.
-Para hacer mi voluntad.- responde sin inmutarse.
-eso es codicioso.- digo haciendo una mueca de desagrado.
Garrett arquea las cejas y se ríe a carcajadas.
-es solo una historia.
-Bien, de todos modos no la encontraras.
-¿Por qué no?-pregunta Natacha con preocupación.
- Al parecer tiene un guardián.- señalo al tipo grandulón del dibujo.
-estoy de acuerdo.- dice Garrett asintiendo de forma solemne.- tenemos que deshacernos de él.
-Pero tengo una duda.- dice Natacha.- se supone que es impenetrable y nadie en el mundo ha logrado llegar hasta ella, se suponía que era una historia pero nos dejamos llevar por los rumores que estaría en la tierra y ahora sabemos que efectivamente seguía en el infierno.
-las vueltas de la vida.- dice Garrett con humor.
-No he terminado- lo reprende Natacha frunciendo el ceño.- No te das cuenta que nadie ha visto o acercado a estas flores y ahora nos encontramos con una niña que por cierto es muy humana para haber tocado el suelo maldito de donde vinimos y asegura e incluso nos da prueba de lo cerca que ha estado de estas flores.
Toda mi cabeza daba vueltas a causa de Natacha, su palabrería era mucho peor que un libro de historia y mi jaqueca comenzaba a molestarme.
Garrett suspira y coloca los codos en medio de la mesa para quedar con sus brazos extendidos, de modo que sus manos tocaran la zona afectada de mi cabeza, comenzó a dar pequeños movimientos circulados de mi cabeza relajándome por completo. Mis ojos se cerraron lentamente y me deje ser feliz por unos eternos segundos.
-Podemos hablar de esto en casa- susurra Garrett con su usual irritación, muy sexy.
-Está bien, Romeo.-Le aseguro Natacha.
No escuche más los alaridos de Natacha, pero sabía que se encontraba cerca examinando mis dibujos uno por uno. Podía escuchar las hojas moverse.
-¿ya no te duele?-pregunta Garrett.
-No-respondo suspirando al retírame de sus manos.- Solo necesito dormir.
Natacha y Garrett, se fueron llevándose todos mis dibujos abarrotados codiciosamente en sus brazos. Si la idea no fuera tan absurda creería que cualquier señal de afecto hacia mí solo era una táctica para quitarme mis papeles.
Mi abuela llego muy tarde y casi no me hablo por lo que me dispuse a encerrarme en mi dormitorio y dormir aunque sea por unos minutos. El sueño amortiguo mis pensamientos y los extraños deseos que sentía por el afecto casual  de Garrett…

Tenemos que esconderte.
No tenemos tiempo… ahora no podemos.
Había pasado tanto tiempo desde la última vez que escuche voces en mi cabeza, que esta noche mientras acomodaba mi rostro sobre la almohada termine cayéndome espantada contra el suelo, pero entonces cuando intente levantarme me quede atónita mirando unos ojos negros desde mi ventana escudriñándome por completo.
-¿Quién eres?-logro preguntar con voz temblorosa.
El hombre no se retira de la ventana y su cabello negro se movía con el viento ocultando la mayor parte de su rostro.
Sentí como si mi cuerpo se adormeciera, entonces todos mis miedos se retiran dejándome con mi cuerpo endeble y sin energía.
La mañana siguiente desperté cómoda en mi cama. Lo de esta noche el pervertido en mi ventana, solo habían sido mis locos pensamientos y las absurdas historias de Garrett y Natacha.
-¿Abuela?-La llame cuando la vi paseándose por la casa con una escoba en sus manos a sujetándola fuertemente hasta que sus nudillos palidecieron, pero no me contesto.-¿Se encuentra bien?- pregunte preocupada al no moverse.
No contesto, sino que camino hasta el jardín trasero donde se quedó un buen tiempo parada como estatua. Me sentí impotente, fracasada al no saber qué hacer en estos casos.
-Mi padre no querría verla así.- susurre.
Entonces mi abuela levanta el rostro en reacción ante mis palabras y me lanza una mirada de odio, un odio que correspondería algún responsable.
Yo lo era.
No podía no culparla. Falle como hija.
Llegue a clase desanimada y sin energías. Me encontré con Natacha intentando sacarme información de cada imagen que escaneo en su IPad. Pero no tenía ánimos de responder así que solo respondí en monosílabos, luego nos encontramos con Garrett quien para mi sorpresa se encontraba coqueteando con otra chica, creo que si no fuera por mi estado de animo me hubiese puesto un poco furiosa, después de todo ayer había demostrado un cierto interés en mí, pero como siempre estaba equivocada.
A nadie le gustaba.

Nadie quería estar conmigo.

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