miércoles, 1 de octubre de 2014

CAPITULO 3- REDIEN



Mis flores alumbraban todo a mí alrededor para que no temiera a la oscuridad.
Sonreí.
Mis flores susurraron cosas alegres para mí.
Yo reí.
Mis flores aromatizaron este aire contaminado que nos rodeaba.
Les agradecí.
Entonces mis flores advirtieron sobre un hombre que caminaba hacia donde nos encontrábamos y me preguntaron como siempre si lo dejaba entrar a nuestro valle privado. Mi respuesta comúnmente era una negativa, por tanto mis flores susurraron y en ellas decían que este hombre venía a morir.
Llore.
En la lejanía distingo al hombre de cabellos negros y ojos opacados carmesí y casi moribundo, camino ladeándose de un lado hacia otro apenas sosteniéndose en sus propios pies, su larga figura y ensangrentada ropa me quito el aliento. No parecía verme en absoluto el solo venía a morir y no era capaz de verme.
Mis lágrimas eran como un roció sobre mis flores, brillando incandescentes y escarchadas.
A unos metros de distancia sus rodillas se doblegaron cayendo entre mis amadas flores, pero mucho antes que lograra aplastarlas las hago aun lado dejando que su cuerpo sintiera el frio suelo.
-¿quieres morir?- le pregunte mientras caminaba.
-No.
-Entonces ¿Por qué caes?-le pregunto mientras me quitaba mis lágrimas de mis mejillas.
-Mi cuerpo ya no puede más.
-Pero vienes a morir sobre mis amadas flores.- aclaro.
-Lo siento- se disculpa sinceramente.
Me conmuevo.
No siguió hablando, por lo que asumí que habría muerto.
 Me acerco lentamente y me arrodillo a su lado mirando su cuerpo sucio y pálido. Su rostro se encontraba oculto entre su cabello revuelto de color negro, su enorme figura embellecía el cielo oscuro que nos rodeaba así como traía un nuevo alumbramiento en mi pequeño y sobre cogedor hogar. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había visto a una criatura que no viniera a intentar matarme o hacer cosas atentar contra mis flores. Entusiasmada y absorta me arrodillo a su lado y extendiendo mi mano logro acariciar su mejilla… era alucinante. Maravillada por la forma en que su rostro se movía ante mi contacto sostengo con cuidado su cabeza y levantándolo y lo sitúo sobre mi regazo.
Las flores comienzan a susurra mis anhelos, entendiendo por completo sentimientos y luego suelto su polen brilloso de luz obligándolas a dar de su energía ilimitada. Elevo su polen con mis manos extendidas al cielo y como granos de arenas se dispersan rodeándonos, manteniéndolo de ese modo coloco mis dedos dentro de la boca de la criatura  y entonces cuando mi cometido fue logrado filtre el polen entre mis manos dejándolo entrar por su boca como una ráfaga furiosa introduciéndose sin permiso y obligándolo a consumirla. Sus ojos se abren rápidamente mirándome con alerta, pero niego con la cabeza pidiéndole que no se moviera y entonces cuando se resistió a no vomitarla el polen en el aire ya había entrado por completo en su sistema y mis flores a mi alrededor se marchitaron lentamente.
-¿Eres Redien?-pregunta sorprendido sin moverse.
-Lo soy.- sonrió sin alegría ante la pena de mis flores.
-¿Me has dado la vida?
Asiento.
La criatura se levanta lentamente asombrándose por el deterioro de mis flores negras y el olor nauseabundo que emitían en su muerte.
-¿A cambio de tus flores?
-Si- asentí lentamente.
-No lo merezco.
Me levanto con dificultad y miro mis flores con tristeza y mi dolor no levantaban a mis flores.
Solo había unas cuantas posibilidades para resucitar a mis flores y una de ellas era mi propia energía, pero si entregaba mis energías quedaría expuesta a demonios que desean mi poder, eso significaría que mis flores igualmente morirían.
-No llores- me pide.
Estaba llorando y no era suficiente.
-No puedo darles mi energía- dije llorando.
-¿Por qué?-pregunta preocupado acercándose.
-Si lo hago quedare expuesta y quién sabe si sobrevivo unos minutos en manos de demonios.- le explico.
-Puedo protegerte.- promete.
Lo miro impactada y asustada del efecto que lograba en mi sus palabras.
-¿Cómo puedo confiar en ti?- le pregunto señalando la sangre en sus ropas.- es obvio que vienes de una batalla.
-La verdad- dijo dándome media sonrisa mientras que sus ojos se volvían tristes- me deje vencer.
-¿Por qué?
-quería desaparecer.- confiesa encogiéndose.
Oh, eso lo hacía peor. Llore mucho más y solloce entre mis manos contra mi rostro ocultando mi pena.
-Pero ahora soy otro y te juro por mi cuerpo que no dejare que nadie te haga daño.
Lo miro de reojo y su confianza en su promesa me desarmo.
Levanto mis manos y hago círculos en el cielo dejando fluir mis energías de un color dorado brillante expandiéndose y las despido sobre mis flores que lentamente retoman su color y forma viva. El calor de mi cuerpo fluía, descargando todas mis energías sobre mis flores avivando su encanto y brillo. Debilitada estaba a punto de caer, pero la criatura logra sostenerme a sujetándome de los hombros con sus grandes manos que empequeñecían mi cuerpo.
-Seré tuyo por la eternidad.- dijo con una penetrante mirada oscura.

Mis días ya no serían en soledad y mis flores cantaron aquella canción inaudible para los demás. Sonreí. 

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